Video Instalación.
Televisores, hojas de palma artificiales, hierro, cámara de seguridad falsa y soportes metálicos.
Serie 1 de 1.

Mark Fisher recuerda como Cronemberg, en Videodrome, pone en boca de uno de sus personajes la idea del sangrado de realidad —reality bleed—, que describe el fenómeno en el que las capas de la realidad, las diferencias entre la ficción y la no ficción, se corroen haciendo casi imposible su distinción. Un ejemplo aparentemente anodino en las ciudades, las famosas antenas-palmera, vehiculizan un sentimiento asociado al sangrado de realidad: el sentimiento de lo raro, entendido como aquello familiar que de un momento a otro exhibe su cara siniestra provocando, en ocasiones, destellos paranoides similares al de hacer parte de un gran set de televisión para un proyecto alienígena.

Nuestras comunicaciones son ruido electromagnético, los monumentos de la era digital se disfrazan para naturalizarse, las antenas se camuflan para «disminuir» el impacto en el paisaje; si algo quiebra las coordenadas de nuestra realidad tenemos que ficcionalizarlo, pero las antenas palmera se quedan a medio camino, no llegan a lo enteramente ficticio pues aún conservan elementos artificiales: cables, metales, tornillos, circuitos. La palmera y sus pájaros están a medio camino. Para las aves migrantes estos árboles antenas se convierten en un factor distractor pues el sentido magnético que las aves usan al migrar se afecta por las radiaciones electromagnéticas.

Ni estas antenas, ni los simulacros inteligentes de pájaros, son parte del setup natural de la realidad: una dimensión extraña se cuela desde el asfalto hasta el cielo y quebrándola. En esos momentos algo extremadamente familiar desmantela el orden simbólico de nuestra percepción.